¿Te gustaría entender por qué es tan difícil salir de una relación tóxica?

Casi todo el mundo admite haber vivido o conocer a alguna persona que haya vivido una relación tóxica. En estos casos, normalmente se entra en un círculo vicioso en el cual se termina y se vuelve a la relación de forma constante. Incluso cuando se logra romper definitivamente, estas personas encuentran otra pareja con actitudes muy parecidas a la anterior.

En este artículo voy a explicar, de la manera más sencilla posible, por qué ocurre esto desde una perspectiva diferente. Una perspectiva que combina la relación mente – cuerpo. De esta forma, tendrás la capacidad de transformar este tipo de problemas, si en algún momento ocurren en tu vida o si lo estás atravesando actualmente.

Vamos allá.

Las sustancias químicas

Los pensamientos que experimentamos son capaces de estimular la producción de sustancias químicas que producen los sentimientos y otras reacciones en nuestro cuerpo. A la vez, nuestro cerebro empieza a buscar situaciones similares en nuestros recuerdos que provocan sentimientos parecidos. Al activar estos recuerdos, se producen más sustancias químicas reforzando así el sentimiento generado por el primer pensamiento.

Si repetimos este pensamiento o algún otro parecido, hacemos que nuestro cuerpo se acostumbre a este nivel elevado de sustancias químicas que circulan por nuestro torrente sanguíneo, rodean nuestras células e inundan nuestro cerebro. Nuestras células se adecuan a este medio y empiezan a producir más receptores para estas sustancias químicas. Y al reproducirse, las células “hijas” ya nacen con estos receptores extras.

Las conexiones neuronales

Además, la repetición de este tipo de pensamientos consigue reforzar las conexiones neuronales de los recuerdos relacionados al sentimiento que este pensamiento estimula. El resultado de esto es que nos volvemos más sensibles a activar un determinado sentimiento porque estos recuerdos se avivan con más facilidad.

Todo esto viene a explicar que nos acostumbramos a los sentimientos que constantemente estimulamos. Lo que es más, nos volvemos adictos a ellos. Por más raro que pueda parecer, nuestro cuerpo interpreta estos altos niveles de sustancias químicas como confortables. Y cualquier disminución de esta composición corporal, que convertimos en constante y regular, dará como resultado malestar.

Con esto, haremos prácticamente todo lo que esté en nuestra mano; de forma consciente o inconsciente, para restaurar nuestro balance químico, al que hemos acostumbrado a nuestro organismo.

El cuerpo empieza a mandar

El cuerpo, por tanto empieza a ser el jefe de nuestros pensamientos. Entramos entonces en “modo supervivencia” y empezamos a rechazar todos los pensamientos que salgan fuera de esta estructura; haciendo que el cambio sea prácticamente imposible.

Resulta imposible porque las sustancias y reacciones químicas tienen una importancia fundamental en nuestra forma de actuar, de pensar y de sentir. Y cuando actuamos, pensamos y sentimos de la misma forma, generamos los mismos resultados.

Cuando no somos capaces de encontrar en nuestro entorno ningún tipo de amenaza o factor estresante, lo buscaremos donde sea. Y si no lo encontramos, crearemos uno ya sea física o mentalmente. Todo para restaurar el equilibrio, buscar alivio y evitar el dolor que produce no tener estas sustancias en nuestro cuerpo.

Hábitos neuroquímicos como principal causa de la persistencia de relaciones tóxicas

Es por esto que las parejas vuelven a retomar relaciones aún sabiendo que no encajan. Se habitúan tanto que, cuando deciden dejarla; no logran romper la estructuración neurológica y los vínculos químicos que ya están asociadas a ella.

Cuando por fin logran terminar con la relación, el cuerpo se queda privado de la estimulación química a la que está acostumbrado. El cuerpo experimenta una sensación de pérdida que se traduce en malestar. Por tanto, la angustia que provocan las rupturas también se debe a la interrupción de un hábito neuroquímico.

Según estos conceptos, la mayoría de las personas elijen sus relaciones basándose en las costumbres adquiridas con otra persona. Durante las primeras citas, buscamos el mismo orden neural en la siguiente persona; con lo que se repite el mismo tipo de relación una y otra vez.

Seguimos siendo adictos a los sentimientos que esa relación estimulaba. En el vacío provocado por la ausencia de la pareja anterior; introducimos otro candidato conocido a nivel inconsciente que provocará esa descarga de sustancias químicas que tanto deseamos y a las que hemos llegado a acostumbrarnos.

Por tanto, no es la otra persona la causante de mi dolor. Yo mismo busco estas situaciones para poder producir sustancias químicas que reconforten mi adicción. Esto ocurre independientemente de si consideramos la situación positiva o negativa, exitosa o desafortunada, feliz o triste.

No obstante, que sea una cuestión de conexiones neuronales y adicción química por parte de nuestro cuerpo, no significa que no podamos salir de ella. No es imposible. Esto solo explica por qué nos resulta difícil.

Logrando el cambio

Si queremos dejar de tener relaciones que nos hacen sufrir, debemos romper el circuito neuroquímico que hemos estimulado de forma continua. Debemos romper con ese hábito para cambiar nuestra mente y dejar de estar atrapados en lo rutinario.

Para conseguir esto, hay que identificar cuál es el sentimiento negativo que se repite en esta relación o en las últimas relaciones. Realizar una introspectiva todas las veces que sea necesario y recordar que somos adictos a este sentimiento.

Puesto que las sustancias químicas se producen a partir de los pensamientos, tenemos que ser capaz de observarlos para poder interrumpirlos y sustituirlos por otros. Para que el cambio sea más rápido, estos nuevos pensamientos deben ser capaces de estimularnos el sentimiento que nos gustaría tener en esta situación. Pero si aún no somos capaces de hacer esto, solo interrumpirlos es suficiente.

Los sentimientos retornarán

Hay que recordar que se trata de una una adicción, y como tal, hará que los pensamientos antiguos vuelvan. Esto sucederá porque el cuerpo enviará señales al cerebro y le alertará de la falta de las sustancias químicas habituales. El cerebro responderá entonces reactivando estos pensamientos y cuando menos lo esperes estarás sintiéndote como antes. No obstante, esto no es un problema, es parte del proceso.

Cuanto más observamos nuestros pensamientos y logramos interrumpirlos, más oportunidad le daremos a nuestras células de que vayan acostumbrándose a la disminución de las sustancias químicas que solían tener en altas concentraciones y empiecen a perder los receptores extras que han creado. Es un proceso lento pero altamente efectivo. Al no permitir estos pensamientos, las conexiones entre las neuronas relacionadas con ellos también empiezan a debilitarse haciendo que ya no sea tan fácil revivirlos.

Si nos permitimos tener nuevos pensamientos, saldremos de ese “modo supervivencia” en el que nos hemos recluido. Cambiando nuestra mentalidad, alteraremos el mensaje químico que recibe nuestro cuerpo y modificaremos nuestro comportamiento para vivir toda una nueva experiencia. Esto será capaz de generar un nuevo equilibrio químico para nuestras células y nos permitirá evolucionar hacia una mejor versión de nosotros mismos.

Todo esto traerá como consecuencia que empecemos a respetarnos más y nos dará la fuerza para no permitir cierto tipo de situaciones. Así, nos daremos la oportunidad de disfrutar de una pareja diferente; que ya no estimule los sentimientos anteriores, sino que nos cree nuevas sensaciones con las que sentirnos realmente cómodos.

La próxima vez que vuelvas a sufrir por algo que es repetitivo en tu vida, recuerda que eres adicto a este sentimiento y que tienes el poder de transformarlo. Pon en practica este método y cuéntanos los resultados que has tenido. Me encantará leer tu historia en los comentarios aquí abajo.

Un gran abrazo,

Thais