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¿Quieres saber por qué algunas personas son mas intolerantes al fracaso o frustración que otras? Y si es así, ¿Quieres aprender a aumentar tu resistencia a él, tomando como base las nuevas teorías sobre el funcionamiento del cerebro y las formas de pensar? Este artículo te dará las respuestas que necesitas.

La teoría de la inteligencia

Cuando era niña, estaba profundamente arraigada la teoría de que la inteligencia se desarrollaba en los primeros años de vida de las personas. Después de esto, el cerebro solo era capaz de depositar una cantidad limitada de conocimiento. Devota a esta teoría, mi madre siempre decía que había hecho todo lo posible para conseguir el máximo desarrollo intelectual de sus hijos.

Ahora soy capaz de entender por qué sacaba siempre calificaciones justas para aprobar en mi etapa académica, y es que solo me esforzaba y conseguía buenas notas si la asignatura me interesaba. El miedo a no poder aprender cosas interesantes, y llenar mi cerebro de contenido, a mi juicio inútil, me llevaba a actuar así. Lo mismo me continuó pasando en mis estudios profesionales e incluso en mi trabajo como investigadora.

Además, todo esto me causó mucho sufrimiento casi toda mi vida. Cada examen, cada trabajo, ponía a prueba mi inteligencia. Tenía una tolerancia muy baja al fracaso. Por esto, era siempre la primera en escabullirme de cualquier reto. Yo intentaba ahorrar el trabajo de mis neuronas lo máximo posible para así alargar su vida útil y conseguir aprender más.

Esto comenzó a cambiar cuando conocí los estudios de Angela Lee Duckworth, psicóloga por la Universidad de Pensilvania y escritora del libro “Grit: The Power of Passion and Perseverance”. También me nutrí de la obra de la Dra. Carol Dweck investigadora de motivación, personalidad y desarrollo, de la Universidad de Stanford, escritora del libro “Mindset: The New Psychology of Success”. Otra fuente para mi cambio de perspectiva fue la Dra. Lara Boyd catedrática en la Universidad de British Columbia en Canadá, quien ha estudiado a individuos con daños cerebrales, y ha demostrado e que el cerebro se mantiene en constante crecimiento durante toda nuestra vida.

La facilidad vs. la perseverancia

Angela Lee comenzó su carrera como profesora en un colegio. Durante ese periodo, hizo investigaciones para ver qué tipo de los niños eran capaces de alcanzar notas más altas. Se percato de que, en contra lo que se pensaba, los que tenían un mejor rendimiento no eran los que tenían más facilidad y rapidez en aprender. Cuando este tipo de niños encontraban un desafío eran los primeros en rendirse.

Más tarde, como psicóloga, Lee observó el comportamiento de estudiantes universitarios, alumnos de MBA, soldados y oficiales de Academias militares para determinar quienes iban a rendirse más rápido o dejar de estudiar. También investigó a vendedores de empresas para ver cuales tenían más posibilidades de dimitir.

Con todo esto concluyó que las personas que llegan a cumplir sus objetivos, no son las que tienen mayor educación o inteligencia. Las personas que consiguen sus metas son las que tienen un sentido de la determinación más alto.

La mentalidad fija vs. la mentalidad de crecimiento

La Dra. Carol Dweck por su parte clasifica a los niños en dos grupos. Los de “mentalidad fija” que creen que su éxito se basa en la capacidad innata. Tienen una teoría de que la inteligencia es «fija». Y los de “mentalidad de crecimiento” que creen que la inteligencia se desarrolla, crece con una buena cantidad de trabajo, aprendizaje y con la formación.

Las personas de mentalidad fija tiene un mayor temor al fracaso porque pone en cuestionamiento sus habilidades básicas. Normalmente son considerados como individuos inteligentes, y hacen todo lo posible para seguir teniendo ese reconocimiento. Cualquier señal de que esto no ocurra, les lleva a rendirse y a no persistir.

Por su parte, las personas con mentalidad de crecimiento no tienen este temor, pues creen fervientemente que su desempeño e inteligencia, puede mejorar con el trabajo duro y la constancia. Si fracasan, solo verán en esto un aprendizaje.

Este hecho las convierte personas menos estresadas y más exitosas.

Un niño puede ser más propenso a desarrollar una mentalidad fija si nos encargamos de decirle frases como “buen trabajo, eres muy inteligente”. Por otro lado, si optamos por motivarle diciendo cosas tales como “buen trabajo, trabajaste bastante” se convertirá en una persona más propensa a desarrollar mentalidad de crecimiento.

Las personas con mentalidad de crecimiento, aprenden a tener un mayor “aguante” porque saben que tienen que luchar por conseguir aquello que quieren. En general, este tipo de personas llegan más lejos que aquellas que tienen más facilidad o talento. Como se ha comentado anteriormente, las personas más capaces por naturaleza tienden a rendirse primero porque no quieren ser consideradas menos inteligentes. Justamente por esto, este tipo de individuos no han conseguido entrenar su tolerancia al fracaso.

La neuroplasticidad

Por otro lado, la Dra. Lara Boyd en sus estudios sobre el funcionamiento de cerebro, mantiene que cada vez que aprendemos algo o nos instruimos en una habilidad, cambiamos nuestro cerebro. Esto es conocido como la neuroplasticidad. Nuestra mente está en constante transformación estimulada por el mundo exterior.

Así, todo lo que hacemos, las cosas que encontramos y los momentos que experimentamos, están constantemente cambiando nuestro cerebro. Esto significa que podemos construir nuestro cerebro dándole estímulos que nos permitan crecer. Así, si tenemos una mentalidad fija, podemos cambiarla hacia una mentalidad de crecimiento.

Los tiempos actuales

El mundo de hoy nos desafía a tener un crecimiento constante. Ya no hay forma de huir de ello. Además, hoy es más que latente el concepto de que una persona tiene éxito cuando se permite fracasar las veces necesarias para poder llegar dónde quiere.

Tener acceso a conceptos como la neuroplasticidad del cerebro y las mentalidades fija, y de crecimiento nos permite saber que no hay un límite al desarrollo cerebral. Esta información nos ayuda a tener más perseverancia y tolerancia a la frustración. Esto también hace que podamos entender que fallar aumenta nuestra inteligencia porque nos permite sacar partido de nuestros errores.

Aprender de los fallos nos abre un mundo de nuevas posibilidades. Cuando sabemos tolerar el fracaso, los éxitos mucho más ambiciosos y con posibilidades más grandes, son más probables. Todo esto se traduce en una mayor resistencia a los resultados negativos y nos permite convertirlos en oportunidades satisfactorias.

A partir de ahora ya puedes mirar el fracaso con otros ojos. Es el momento de que lo veas como un desarrollador de tu inteligencia y no como un cuestionador de ella. Los resultados negativos te estimulan a encontrar otras salidas.

Esto te ayuda a aferrarte al futuro, día tras día; no solo por pequeños periodos sino ¡por años! Te estimula a trabajar intensamente para hacer el futuro que sueñas una realidad. Te da la posibilidad de vivir la vida como si fuera un maratón y no una carrera a toda velocidad, como sostiene Angela Lee.

Un gran abrazo,

Thais