Debes estar preguntándote, cómo es posible perder algo que logras.

¿Conoces a alguien que, al terminar una mala relación de pareja, volvió con esa persona y todo continúa igual de mal? ¿O a alguien que al empezar un trabajo nuevo se comportó de forma que propició que lo echaran? ¿O a alguien que adelgazó y estaba estupendo, pero volvió a engordar?

Esa situación es mucho más común de lo que imaginas. Muchas personas sueltan lo que han logrado y vuelen a lo que tenían antes.

¿Pero por qué ocurre?

Cuando logramos algo, como un nuevo trabajo o un cargo nuevo en la misma empresa, un cuerpo nuevo, terminar una relación que ya no funciona, o cualquier otro cambio; entramos en un periodo de consolidación.

Ese periodo puede ser bastante incómodo. Puedes no conocer a nadie en el nuevo trabajo y sentirse solo. Tener más responsabilidades en el nuevo cargo. Llamar más la atención de extraños con el nuevo cuerpo, o no tener a alguien para acompañarte en fiestas por estar sin pareja en ese momento.

Al empezar la nueva situación, echamos de menos lo que teníamos antes. Y si tenemos la oportunidad, volvemos a lo antiguo; soltando lo que hemos logrado, haciendo que todos nuestros esfuerzos para lograr el objetivo no hayan servido para nada.

La mayoría de las veces que conseguimos lo que queremos, pasamos por un período que nos hace pensar “a lo mejor no era eso lo que yo quería”. Esto ocurre porque aún no nos identificamos con lo nuevo. Y siempre van haber cosas que no nos gustan además de lo que nos ha empujado a desearlo.

Todos las situaciones tienen un lado incómodo y un lado que nos ilusiona.

En las situaciones que queremos cambiar, el lado incómodo se queda mayor que el lado que nos ilusiona, por esto lo queremos cambiar. Pero al lograr lo nuevo, demás de encontrar su lado incómodo, tendremos la sensación de pérdida de lo viejo. Es esta mezcla que nos hace pensar que “a lo mejor no era eso lo que yo quería”.

La foto del artículo ilustra bien esta idea. Las cámaras fotográficas muy antiguas tenían el sitio para poner la película fotográfica y el botón de disparar. Las un poco más modernas ya tenían zoom, iso, foco, por decir algunos. Si la persona quería una cámara profesional nueva, tenía que aprender a sacar fotos de una manera diferente y hacer más cosas que antes. En el inicio podía ser un poco incómodo, pero al adaptarse ya lo haría sin pensar.

Necesitamos un tiempo de adaptación

Tiempo suficiente para que podamos identificar la nueva situación como nuestra. Para que nos adaptemos a ella, en especial a su parte incómoda y la veamos como normal.

Despedirse de lo viejo

A veces ocurre de la persona conseguir algo nuevo pero no quiere soltar lo que tenía antes. El problema es que lo nuevo sustituye lo viejo y no hay forma de mantener los dos a la vez. No soltarlo genera mucho sufrimiento, además de generar la sensación que lo nuevo nunca va estar bien.

Parece que la persona se olvida del lado desagradable de las situación anterior y compara la parte buena de lo antiguo con la parte incómoda de lo nuevo.

Esto ocurre porque nos identificamos con lo viejo que ha estado en nuestra vida por un buen período de tiempo y no con lo nuevo. Él aún nos parece raro. Entonces, muchas veces nos parece más fácil soltar lo que hemos logrado que lo que teníamos antes. Tenemos el riesgo de caer en esta una trampa.

Si no soltamos lo viejo, y nos quedamos comparando uno con el otro, no tendremos la oportunidad de acostumbrarnos con lo nuevo y empezar a realmente disfrutarlo.

Resumiendo

Date un tiempo de adaptación y despídete de lo viejo, así no te arriesgarás a soltar lo que te ha costado tanto conseguir.

Llegará el momento en que te sentirás totalmente adaptado y dirás muy orgulloso: “¡¡¡Lo he logrado!!!”

¿Puedes identificar algún logro que has deseado soltar y volver a lo antiguo, pero no lo has hecho y ahora te sientes orgulloso de haberlo logrado?

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Un abrazo,

Thais

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